Dice el académico don Antonio
Muñoz Molina que ha leído un informe que afirma que los inmigrantes llegan más
sanos a EE. UU. de lo que lo están cuando llevan allí varios años viviendo y
señala la contradicción que supone el que tengan que sufrir grandes sacrificios
para establecerse en un país extraño con el objeto de mejorar su vida cuando en
realidad lo que sucede es que empeoran su salud debido al “american way of
live” y en especial a la alimentación basada en la “comida basura”.
Es una gran paradoja pero es más:
es toda una imagen de lo que es en realidad el capitalismo salvaje monopolista.
Piensan los liberales que el capitalismo es bueno para todo porque el mercado
tiene la virtud salvífica de regular toda acción que suceda bajo el maravilloso
imperio de sus leyes. Un ejemplo de
ello, te dirán, es lo que está sucediendo ahora mismo en Venezuela. Vayamos por partes.
CAPITALISMO+MONOPOLIO = ADIOS
POSIBILIDAD DE DECISIÓN.
Cualquiera que viaje a la capital
imperial o a otra ciudad de los EE.UU. puede comprobar que en aquel país los
monopolios son los amos y señores de la economía y el comercio. Es difícil
encontrar una cafetería en cualquier ciudad de las que hemos visitado cuando
hemos estado allí que no sea de la marca Starbucks (qué maravilla, pongo Starbucks
y el diccionario de Word no me corrige como hace otras veces con palabras del
castellano que son correctas pero que él no tiene). Esa es la libertad de mercado: la de los mercaderes, no la de los
consumidores. Ellos han decidido por tí el café que puedes tomar: cualquier variedad de los
que se sirven en sus locales. Puedes suponer que tu libertad de elección a la
hora de comer consiste en elegir entre Burger King (el diccionario de Word me
corrige porque he puesto una “u” después de la g, thank you dictionary), McDonald’s,
(el pobre diccionario me vuelve a corregir porque no hay una “a” después de la
“m” inicial, poniendo de manifiesto que Burger King y McDonald’s están entre
sus términos correctos), Kentucky Fried Chicken o Pizza Hut. El abanico es así
de amplio.
AZUCAR + GRASA = ÉXITO COMERCIAL
Y UN GRAN MARGEN ECONÓMICO.
Cuando han querido poner en el
mercado un producto alimenticio de gran éxito sin necesidad de un coste elevado,
los grandes estrategas de las finanzas y el marketing han consultado a los
científicos e ingenieros que trabajan para la empresa y estos han dado una
repuesta sencilla: azúcar y grasas. En lugar de una elaboración esmerada (y
cara), en lugar de utilizar productos de alta calidad (y caros), si utilizamos
azúcar y grasa tendremos éxito. El organismo humano que ha vivido más periodos
de escasez que de sobreabundancia está preparado para aceptar con delectación
las sustancias que aportan muchas calorías a la alimentación. Esto es parte de
la estrategia de conservación de la especie: hay que premiar los hábitos
alimentarios que permitan la supervivencia de los individuos. No hace falta que
esas grasas vengan del aceite de oliva o de la carne de cerdo ibérico criado en
la montanera, cualquier tipo de grasa es admitida por el cuerpo con agrado. El
pobre cuerpo no ha cambiado nada porque llevemos cincuenta años disponiendo de
abundante comida, su forma de comportarse sigue siendo muy parecida a la de
nuestros ancestros de hace millones de años. Así que estos grandes magnates de
las finanzas y el marketing hacen lo que tienen que hacer, añaden kétchup que
es una salsa que en lugar de mucha sal lleva mucha azúcar y ponen a disposición
de los clientes mucha carne grasienta, es decir: la fórmula mágica de la comida
basura.
HAZ CASO A LOS GRANDES MAGNATES,
ELLOS SABEN LO QUE ES BUENO PARA TI.
Hemos visto en la prensa que el
gobierno federal de Obama trata de modificar esta forma de alimentación con
programas destinados a convencer a los americanos de que hay que modificar la
dieta. Sin embargo, las grandes
corporaciones llevan años induciendo en la cultura americana hábitos que cuesta
mucho modificar. Disponen de un producto deseable y lo llevan
vendiendo desde hace mucho tiempo. Toda una cultura pop creada en torno a los
hot dogs, las hamburguesas y las bebidas superazucaradas, no se cambia de la
noche a la mañana. Las bebidas de cola llevan cafeína y otros productos que
crean adicción. También está comprobada la adicción que produce el consumo
continuado de azúcar. De manera que los programas de mejora alimenticia del
gobierno Obama no son capaces de calar en una población que lleva años
sucumbiendo a lo inevitable. Si no comen hamburguesas, ¿qué van a comer? Es
verdad que las corporaciones, para contrarrestar las campañas del gobierno, han
tomado medidas, como es poner a disposición de los clientes las ensaladas que
venden en los Burger y la Coca Cola Zero, pero todo esto es para que la gente siga
consumiendo lo mismo, cambiando el azúcar por poderosos edulcorantes
artificiales cuyos efectos en el organismo humano nadie conoce por ser
productos sintéticos de los que no saben nada los científicos. Obama no puede imponer
sus muy razonables tesis frente a años de películas, canciones, imágenes de
adolescentes bebiendo Coca Cola y toda una cultura americana arraigada en su
población y en la de los países satélites, que somos todos los demás.
ADORABLES INOCENTES.
¿Cómo se puede pensar que los
intereses de las grandes corporaciones coinciden con los nuestros y que los
estados lo único que hacen es inmiscuirse impropiamente en nuestras vidas? Porque ellos quieren que lo pensemos y utilizan muchos medios culturales para
imponer esa opinión entre la gente.
No se puede ser tan inocente como
para creerles.
P.D. ¿Qué pasa en Venezuela? De
eso hablaremos otro día, si tenemos tiempo.
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