Mientras que por aquí estamos sumidos en el sopor conjunto y sucesivo
de la Champions Ligue y las elecciones europeas, ellos, las grandes
corporaciones mundiales, mucho más trabajadores que nosotros, no descansan.
El domingo nos enteramos en el
mitin de “Podemos” en Badajoz que EE.UU. y la U.E. están trabajando en la aprobación
de un nuevo acuerdo comercial. Hoy, el periódico digital PÚBLICO trae
información sobre este hecho. ¿Qué supone esta nueva oleada de libertad
económica?
Ya sabemos las consecuencias
económicas que trajo la desregulación financiera: nuestra actual crisis
económica que dura ya seis años y de la que no sabemos cuándo saldremos, (diga
lo que diga el P.P.), si es que alguna vez salimos de ella los que no somos
ricos. Cuando la crisis nos estalló, hasta los liberales como el presidente
francés, a la sazón el derechista Sarkozy, dijeron que había que cambiar el
capitalismo y acabar con la desregularización. Nada de nada (rien de rien). El
liberalismo, que consiste en dejar en libertad a los capitalistas y
especuladores para que se puedan hacer ricos a nuestra costa, no descansa. El
diario Público lo resumen muy bien en palabras de Kenneth Haar, miembro de una
ONG denominada Observatorio Corporativo Europeo, que estudia la actividad empresarial
en el viejo continente, según Haar: La UE ha prohibido el uso de 1.300
sustancias en productos cosméticos, EE.UU. sólo 11.
- El medio ambiente, la salud pública, la seguridad de las personas, son las facetas que se verán afectadas por esta “magnífica” liberalización.
- Este acuerdo, según Público: “permitirá a las grandes compañías reclamar indemnizaciones ante tribunales de arbitraje a los estados, si consideran que sus beneficios económicos o sus expectativas de ganancias futuras se ven afectados por leyes o políticas en un país en el que han invertido.” Es decir, que si decidimos sacar una nueva norma que limite el comercio de estas empresas multinacionales por razones de seguridad de los consumidores habrá que pagarles a ellos el lucro cesante, o sea, lo que preveían ganar y no ganaron a consecuencia de esa norma.
- Además, las reclamaciones no se
harán en los estados sino en tribunales de arbitraje formados, en la realidad,
por abogados ligados a esas empresas.
- Entre las normas “excesivas” que se han propuesto reducir, pues son más exigentes en Europa que en EE.UU., están las normas sindicales, ya que EE.UU. no reconoce el derecho a la libertad sindical y la negociación colectiva. Habría que suprimirlas en Europa para no poner trabas a estas empresas exteriores.
Tanto los socialistas como los
conservadores se han opuesto a que se cancelaran las negociaciones cuando trascendió
que la NSA americana nos estaba espiando. La Izquierda Unitaria Europea y el
grupo Los Verdes en el Parlamento Europeo son los únicos que han dado la voz de
alarma. A una propuesta del 7 de mayo de la Izquierda Plural pidiendo que
España denunciase esta negociación se opusieron el P.P., PSOE, UPyD y PNV. También
se opusieron a que hubiera un referéndum sobre el tema. Según I.U. "Han colocado, sin ningún pudor, los intereses
de las grandes empresas transnacionales por encima de los
derechos sociales y laborales, sin importarles que para ello haya que laminar
las normas democráticas que rigen el Estado de derecho"
Sin embargo, en una información anterior, Público afirmaba que Martin Schulz, presidente socialdemócrata del
Parlamento Europeo, había pedido la paralización cautelar de las negociaciones,
obteniendo el apoyo del PSOE y de I.U. en España.
Habrá que estar atentos a los acontecimientos. Los defensores de esta negociación aportan informes sobre el
aumento de la riqueza de los países firmantes, pero muchos pensamos que de aquí
no puede salir nada bueno. Un nuevo recorte, ahora en base a la calidad, la
seguridad, la salud, el medio ambiente y los derechos laborales.
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