LUNES,
16 de SEPTIEMBRE.
El
lunes 16 iniciamos nuestra ruta en la estación del S-bahn de
Friedrichstraße. Recorrimos un trecho de la Avenida Unter den Linden
(Bajo los Tilos) y llegamos a la Neue Waffe (Nueva Guardia), un
monumento que empezó siendo conmemorativo de los caídos en la
Primera Guerra Mundial, luego lo fue de los caídos en la segunda,
luego de las víctimas de la dictadura comunista y finalmente en
conmemoración de “todas las víctimas de la guerra y la tiranía”,
así en términos generales, no sea que en un futuro próximo haya
que cambiar la conmemoración a que se dedica. Un gran espacio vacío,
oscuro, sólo iluminado por un círculo que se abre en la parte
superior de la bóveda que lo cierra. Una escultura de bronce que
parece plomo, negra. Una madre que abraza a su hijo muerto, que es la
verdad definitiva de todas estas guerras totales y todos estos
terremotos históricos.
Sales
de esto con el corazón encogido y pasas por el Museo de la Historia
Alemana, donde te saludan en la entrada una estatua de Lenin, una de
un obrero comunista desnudo y otra del Kaiser, y un ángel que parece
salir huyendo de toda esta Historia con mayúsculas que es el “leit
motiv” de Berlín.
Por
fin llegamos a la Isla de los Museos y nos dirigimos al Neues Museum
que acoge una importante colección de restos arqueológicos egipcios
entre los que se incluye el busto de Nefertiti y que ha sido
recientemente rehabilitado bajo la dirección del arquitecto inglés
David Chippenfield.
Nos
dirigimos a la puerta con nuestros flamantes billetes de la “Berlin
Welcome Card” y una especie de Frau Merkel funcionaria del
Ministerio de Cultura Federal nos detiene explicándonos en alemán y
en inglés que esos billetes que hemos sacado no incluyen las visitas
de la “Museen Inseln”. Un trágico fallo.
Pero
el turista no debe desanimarse y enseguida reinicia el sistema,
cambia de idea y decide que las visitas a la famosa isla deben
posponerse para otro día. Así que decide cambiar los planes
fallidos por un paseo en bote por el río Spree visitando los lugares
más famosos de Berlin próximos a esta corriente de agua. Al
bajarnos buscamos un restaurante de cocina tradicional berlinesa en
el que los menús nos parecieran adecuados, encontrándolo cerca de
la Alexanderplatz, justo enfrente de la Marienkirche y la torre de la
televisión.
Para
la tarde decidimos visitar el barrio del Ku’damm, (que es como
contraen el nombre de Kurfurstendam los berlineses). En la plaza del
mismo nombre quedan los restos de la iglesia que mandó elevar el
Kaiser Guillermo que ha quedado derruida para rememorar los muchos
sufrimientos que el nacionalsocialismo trajo a la nación alemana y
honrar a las víctimas de los bombardeos aliados que fueron
inmisericordes con la población civil. Este barrio fue el centro del
Berlin Occidental antes de la unificación, centro que ahora se ha
trasladado a Postdamerplatz y la Friedrichstraße. Por ese motivo la
zona está llena de comercios, pero además, conserva algunos
edificios históricos y otros construidos recientemente con una
interesante arquitectura moderna. La arquitectura moderna es uno de
los atractivos de la ciudad, dada la renovación acelerada que se
está produciendo tras la unificación. Tal vez, mejor que
arquitectura, habría que hablar de construcción. Uno encuentra
diseños interesantes en estos edificios, pero lo que llama la
atención por encima de todo es la calidad constructiva empleada y
los novedosos sistemas constructivos, que utilizan unas tecnologías
industriales que aquí en la patria son menos frecuentes.
MARTES,
17 de SEPTIEMBRE.
Nos
bajamos del S-bahn en la Potsdamerplatz. A esta hora de la mañana el
cielo es de un azul magnífico y el aire está totalmente
transparente. Los edificios de la zona están terminados, a
diferencia de lo que ocurría hace tres años cuando los visitamos
por primera vez. Las obras se han trasladado ahora a otras zonas. El
magnífico edificio en cuña de la torre Debis de Renzo Piano me
recuerda una maqueta que vi en el museo de la Bauhaus de uno de Mies
Van der Rohe que nunca llegó a construirse. No sé si la intención
fue rescatar el proyecto de Mies y actualizarlo o no tiene nada que
ver, pero a mí me recuerda aquello, como si más de 70 años después
hubieran querido recuperar el esplendor cultural que Berlín perdió
en los turbios acontecimientos de los años treinta. Pero además de
este edificio están muchos otros: el Hyatt hotel de Rafael Moneo, la
Torre Kolhoff, de Hans Kolhoff o el Banco Berliner Volskbank de Arata
Isozaki, los edificos comerciales y de vivienda de Richard Rogers y
el Sony Center, de Helmut Jahn. Todo esto lo he descubierto ahora en
este blog, porque cuando estuvimos allí sólo sabía que la torre
Debis era de Renzo Piano.
En
la plaza del edificio Sony conseguimos colarnos en un ascensor y
subir hasta la cafetería, desde donde obtuvimos unas vistas
magníficas del conjunto. Luego hicimos un recorrido por el barrio
que allí se ha creado, donde destacan los espectaculares edificios
High Tech de Richard Rogers.
A
través de la Bernburgerstraße nos dirigimos hacia la
Friedrichstraße para recorrer la parte de la avenida que no habíamos
visitado el día anterior. Magníficos edificios modernos a un lado y
otro de la calle, hacen de esta zona una de las mejor renovadas del
nuevo Berlín. En la Französische Straße nos desviamos y tomamos un
autobús hasta Alexanderplatz, donde ya conocíamos algunos
restaurantes. Esta vez nos metimos en un italiano para variar un poco
la dieta.
La
tarde la dedicamos a la visita al Reichstag, concretamente a la
cúpula de Norman Foster que es lo que te dejan ver. Para ello tuve
que hacer la reserva a través de internet el día anterior, de modo
que esta vez sí, pudimos entrar. Nos distrajimos un poco en el
tiempo dedicado a la comida, de manera que tuvimos que tomar un taxi
para no perder nuestro turno de entrada. La cúpula es magnífica y
su relación con el medio está muy bien resuelta. Abierta por
arriba, ilumina, ventila y gestiona térmicamente parte del edificio
del congreso alemán. Desde la cúpula se tienen unas buenas vistas
de la ciudad, tanto del lado este como del oeste.
Ya
sabíamos de las buenas cervecerías que abarrotan las aceras de la
Schiffbauerdamm, así que acabamos tomando una cerveza en la Berliner
Republik.
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