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lunes, 29 de septiembre de 2014

Arles.














































16 DE SEPTIEMBRE
Después de desayunar y prepararlo todo nos montamos en el coche para tomar el camino de Arles pero el coche no quiso ir. Al girar la llave para encender el motor hizo un extraño. La segunda vez que giré la llave ya no hizo nada. La suerte fue que Bruno, uno de los miembros de la familia que regenta el camping de Monplaisir, (uno de los mejores que he conocido en toda Europa), se ocupó durante todo el resto de la mañana de solucionar el problema eléctrico que padecía mi fiel Toyota, que, en contra de lo que nos había parecido en un primer momento, consistía simplemente en que la batería se había acabado.
A la hora de comer (sobre la 1 del mediodía) llegamos a la oficina de turismo de Arles. La Plaza de la República es un conjunto impresionante de edificios que comprende el Ayuntamiento neoclásico, la Iglesia de Santa Ana, la portada románica de Saint-Trophime, el claustro de Saint-Trophime y el resto del rectángulo ocupado por un conjunto de edificios burgueses con una arquitectura magnífica. El conjunto de San Trófimo está catalogado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y tiene un pórtico occidental que es una maravilla del arte románico. Las naves de la iglesia, (ocupadas en aquel momento en dar cobijo a una extraña ceremonia) y el claustro son magníficos. Todo el barrio antiguo es un conjunto de caserones barrocos y arquitecturas pintorescas. Después de descansar un poco en el Jardin d’Eté, nos topamos con el teatro antiguo: una forma curiosa de denominar a todo un teatro romano; y casi pegado a él la rotonda apretada de construcciones que forman la plaza en la que está el anfiteatro, también romano, de Les Arenes.
La fundación Van Gogh, un moderno edificio de vivos colores, estaba cerrada ese día, pero se podía ver cerca de allí en la Plaza del Foro el café amarillo que pintó el holandés en la ciudad y que es tan conocido. Por cierto, en esa plaza se puede ver en una esquina un edificio que conserva la columna y el tímpano de un templo romano integrado en su construcción y que formó parte del foro romano que le da nombre. Hay un museo el Musée Réattu, que dice alojar “la donation Picasso”, pero no entramos a verlo, la avería de la mañana nos había limitado el día. Sí entramos en las Termas de Constantino, construcción romana que se ha conservado muy bien, con muros de piedra y verdugadas de ladrillo, con arcos y bóvedas de ladrillo que muestran la maestría romana en el arte de construir. Me llamó mucho la atención los cortes en los que se podían ver los materiales con que hacían los suelos. Soleras complejas de diferentes materiales según las circunstancias tal como lo describen los libros de Vitrubio sobre arquitectura y construcción romanas.
Me gustaron mucho las calles y plazas del viejo Arles. Habrá que volver por allí si se puede. 

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