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martes, 29 de abril de 2014

Grandes familias de la patria: Los Orioles

Podrían estar callados. Pero no, ellos hablan y hablan, ofenden. ¿Cómo es posible? Pues, porque están crecidos, se sienten fuertes. Siempre han sido fuertes. La familia Oriol es la dueña de la electricidad en España desde que se dejaron de usar las velas en las casas y se pusieron los primeros interruptores eléctricos, aquellos que encendían una bombilla dándole media vuelta a una palomilla de porcelana. Todos los regímenes políticos les han apoyado porque tienen mucho dinero y porque es una industria estratégica. Por eso mismo es una industria que debería estar nacionalizada. No es casual, ni inocente, el hecho de que nuestros expresidentes de gobierno se pongan a sueldo de estas compañías.

Los que vivimos aquellos años, aun siendo niños, tenemos claro el recuerdo del Caudillo inaugurando pantanos por toda la geografía española. Esos pantanos los pagamos los españoles de nuestros impuestos, eran de financiación pública, seguramente con los primeros créditos del Banco Mundial que los americanos trajeron a partir de 1953 cuando el Generalísimo firmo los pactos que vendieron la patria a los otrora enemigos del eje. Aquellos pantanos servían para equilibrar la disponibilidad de agua pese a las sequias, servían para convertir en regadíos tierras que habían sido de secano y servían, por último, para conectar una turbina al final de todo el sistema. Con esas turbinas se generaba la electricidad que luego Hidroeléctrica Española nos cobraba. ¿Cómo nos resarcía esa empresa de los Oriol de la presa que le habíamos pagado nosotros? En aquellos años del franquismo, en los que no había corrupción, (porque la prensa ni nadie podía airearla), ¿quién sabe cómo funcionaban los acuerdos entre el estado y la familia Oriol? Si es ahora, con prensa libre y con un sistema democrático y hacen lo que quieren, ¿qué no haría el Sr. D. Jose María de Oriol y Urquijo, marqués de la Casa Oriol, en aquel entonces? 

En aquellos años, mis padres pagaban en el recibo de la luz un canon para construir centrales nucleares, para que no fuéramos menos que el resto de países europeos. Menos mal que el franquismo se acabó y llegó la modélica transición que nos trajo un sistema democrático, en el que todos participábamos de las decisiones. Y todos participamos (con nuestro voto) de la decisión de Felipe González, esa lumbrera de la patria, ese prócer nunca bien ponderado, que permitió que para que se paralizara la construcción de centrales nucleares (Valdecaballeros) pudieran las eléctricas cobrar un canon en el recibo de la luz para compensarles de las molestias. Así que cobraron de la construcción y cobraron de la paralización, nosotros pagamos y pagamos y Felipe fue elevado a la condición de Consejero de Gas Natural Fenosa, donde se aburría sobremanera recordando sus viejos tiempos de protagonista de la Historia Universal.

Luego llegó Aznar. Qué no les daría Aznar. (Qué no daría yo por olvidarte, por no echarte más de menos, por arrancarme del alma tu cara, tu risa y tu boca). Pero esta santa comunión de la política y de la industria estratégica también tuvo su momento de pena, su dolor. Ese que la derecha llamaba “el peor presidente de la democracia” y la izquierda oficial “ese indocumentado”, sí, José Luís Rodríguez Zapatero, les impuso a las eléctricas la obligación de comprarle la luz a cualquiera que pusiera unas placas solares fotovoltaicas y produjera luz para engancharla a la red eléctrica. En realidad se trataba de un sistema de intercambió entre las fotovoltaicas y la energía de la red: en momentos de producción las fotovoltaicas venden a la red y en momentos de demanda compran de la misma. ¡Cómo si todos pudiéramos hacer negocio con la electricidad! ¡Cómo si eso no fuera un privilegio del Conde de la Casa Oriol y otros próceres de la patria! ¡No habían compensado a la democracia bastante nombrando Consejeros de las empresas a Felipe, a Aznar, a Miguel Sebastián! (a Zapatero no, por supuesto, que él tampoco quiso). Menos mal que, finalmente, la derecha recuperó el timón de la patria y las cosas volvieron a su ser. Ahora tenemos que pagarles a las eléctricas todo el dinero que no les dimos en su día. Les hemos dado poco, hay un déficit de tarifa. Eso hay que pagarlo.
En definitiva que esto de la luz ha alimentado a muchas de las mejores familias de este país. Pero claro, la luz no da para todo y los nietos de D. José María de Oriol necesitaban otro medio de ingreso. Algo que fuera estratégico, fundamental, algo de lo que no pudiéramos prescindir y por lo que pagáramos lo que fuera para estar tranquilos. Y salió el negocio de la seguridad contra el terrorismo. ¡Menudo negocio! Hay algunos insidiosos que afirman que el celo desmedido que el partido del gobierno se trae contra el final de E.T.A. y, (en especial alguno de sus más acérrimos defensores), se debe a que hay un gran negocio en la seguridad antiterrorista que está en manos próximas al partido.
“No obstante, para facilitar la transición empresarial, Interior mantuvo los pagos a Seguriber a lo largo de 2012. Y puesto que ETA se resistía a entregar las armas y disolverse –todavía no lo ha hecho formalmente–, el ministro Jorge Fernández Díaz le renovó el contrato semestral a lo largo de 2013 por un importe de 4,73 millones de euros.” 

 ¡Hay que ser mal pensado! ¿Cómo puede uno pensar que una liberal como Mónica de Oriol e Icaza esté en esto para llenarse los bolsillos a costa del miedo de un país? “También fue casualidad que naciera Seguriber, una empresa que empezó con apenas una docena de personas y que hoy tiene 2.300. El que es hoy mi marido, también emprendedor y dueño de su tiempo, le era difícil aceptar mis rígidos horarios en la empresa en la que trabajaba y me propuso llevar una microempresa que él había fundado. Había una oportunidad de comprar otra de similar tamaño, la compré, luego las fusionamos y ahora somos socios: es decir, soy empresaria por casualidad y la causa fue el acomodar mi horario en vez de a un jefe al de mi marido y socio. Eso fue en el ´89.”
Esta empresa ha dado grandes cosas a la patria como por ejemplo la seguridad del Madrid Arena, donde fallecieron las tres jóvenes.

Es muy fácil hablar mal de ella ahora porque ha dicho las verdades del barquero: que los pobres de este país quieren arruinar a los ricos con esas subvenciones exageradas que cobran, con esos salarios mínimos exorbitados, cobrando un sueldo aunque hayan dejado el colegio para meterse en los trabajos que la burbuja inmobiliaria trajo. Y luego hay quien dice que la burbuja es culpa de los especuladores, como el padre de esta señora, Miguel Oriol. ¡No señor, la culpa es de los albañiles que dejaron el B.U.P. para ir a hacerse ricos a las obras!
Hay blogs maledicentes que andan echándole en cara a D. Miguel de Oriol conexiones con la corrupción urbanística del caso Malaya en el campo de golf de Layos (Toledo).
“El arquitecto Miguel de Oriol e Ybarra y su hijo, Miguel de Oriol e Icaza, este último firmante del proyecto del campo de golf de Carranque (Toledo) Para PEYBER-CCM, es decir, para VILLA ROMANA GOLF; son socios de Javier Arteche Tarascón y Luis María Maya Galarraga, dos de los principales miembros de llamada “trama vasca” de la Operación Malaya.”

Sin embargo, estos proyectos, fueron muy avalados y elogiados por la prensa de derechas, como el ABC. Aunque tal vez habría algo turbio en el tema, cuando luego recordaba que se hizo bajo el gobierno socialista.

Este país se puede sentir muy orgulloso de sus políticos, de sus empresarios y de la prensa conservadora, (y seguir pagando las facturas de todos ellos).

Por los siglos de los siglos

Amen.


viernes, 25 de abril de 2014

Batallitas del abuelo.



- Traes mala cara, ¿qué te pasa?
- ¿No te das cuenta?, hoy es 25 de abril.
- ¡Ah, bueno! ¿Y qué pasa? Es una fecha magnífica, la Revolución de los Claveles y todo eso.
- No hombre, no es eso.
- ¿Entonces qué?
- Pues que este año es 2014
- ¿Y?
- Que el 25 de abril portugués fue en 1974
- No sé qué lío te traes con las fechas, de verdad.
- Pues que hace justo cuarenta años.
- ¡Coño!
- Ya te has dado cuenta, ¿no?
- ¡Cuarenta años…!
- Ni uno más ni uno menos.

No es posible. No sé qué ha ocurrido que de repente han pasado cuarenta años y yo estoy aquí, desconcertado. Me ha cogido de sorpresa. Cuando yo era joven mis padres oían el tango de “Volver”, el que hizo famoso Estrellita Morente en la película de Almodóvar, pero que en aquella época se lo escuchaban cantar a Carlos Gardel: “que veinte años no es nada, que febril la mirada…“ A mí me hacía mucha gracia: “¿cómo que veinte años no es nada, si yo aún no los tengo? Me parecía una burrada de años.

- Ahora eres tú el que te has quedado de piedra.
- Es que no había echado nunca la cuenta y, de repente…
- Así pasan las cosas, de repente.
- A veces la vida es muy traicionera…

Aquello tenía que suceder. Tenía que empezar por alguna parte y empezó por Portugal. Ese país al oeste, pequeño, un poco triste, de repente aparecía en todas las portadas de los periódicos que mostraban a esos soldados que estaban hartos de sostener unas colonias que estaban haciendo ricos a unos pocos y arruinando a todo el país. El propio ejército se había propuesto acabar con la dictadura y lo hizo. Es muy probable que el golpe contra la dictadura tuviera los parabienes de Washington, es verdad que Antonio de Spínola, que fue quien se alzó con la presidencia de la república había sido un militar conservador que estuvo con la división azul española en la batalla de Stalingrado defendiendo el avance nazi, es verdad que al final todo acabó en lo de siempre, unos portugués que ganan mucho dinero y muchos otros que viven demasiado austeramente, pero es innegable que aquello fue una fiesta, una auténtica fiesta.
Recuerdo que en aquella época un amigo mío se fue con unos compañeros de trabajo a Lisboa. Se cogieron un coche y se plantaron allí para ver qué pasaba. Mi amigo no tenía aún los dieciocho años, pero se fue. Yo, estaba en la universidad y me quedé. No tenía la autonomía de los que ya estaban trabajando. Al año siguiente, me fui voluntario a hacer el servicio militar. No es que me encantara precisamente servir a la patria en el ejército. No era objetor de conciencia porque, entonces, te metían en la cárcel hasta que te pudrías allí un montón de años, pero si te ibas voluntario elegías la ciudad dónde harías la mili y, puesto que era obligatoria, era mejor irse voluntario. El caso es que en España aún no había caído la dictadura y aquellos militares eran unos fachas de cuidado. Yo elegí hacer la mili en El Ministerio del Ejército, no sé por qué: en algún sitio había que hacerla. El caso es que estando allí, hacíamos la instrucción por las tardes. El Ministerio del Ejército estaba en la Plaza de Cibeles, donde ahora se encuentra el Cuartel General del Ejército, entre el Paseo de Recoletos y las calles de Alcalá, Prim y Barquillo, en todo el centro de la capital del reino. Lo único en que nos instruían era en desfilar, que eso les gusta mucho a los militares, apenas nos daban formación militar, no fuera que se les volviera en contra y decidiéramos liarnos a tiros con ellos, que si no lo hacíamos era porque nuestro pacifismo estaba por encima del odio a la dictadura. Bien, el caso es que nos pasábamos horas desfilando hasta que te salían los callos de los pies a través de la suela de las botas.

- Mi sargento, necesito unas botas que estas ya se me han roto”.
- Ve a la intendencia y que te den un par.

Como aquello era tan aburrido le dijimos una tarde al sargento:

- Mi sargento, podemos cantar una marcha mientras desfilamos.
- ¿Una marcha, qué marcha?
- No sé, alguna que nos ayude a llevar el ritmo.
- Bueno, a ver si así hacemos algo con vosotros, panda de inútiles, que estáis criados con Pelargón (sic).

Entonces, aquel grupo de bravos soldados españoles que, en realidad, era una panda de lo más “underground”, constituida por algunos comunistas, bastantes ácratas, con esos uniformes de policía militar que llevábamos que, a muchos les hacía parecer miembros de las S.S., (a mí no porque entonces era aún casi un niño), pero entre los que había un buen grupo de homosexuales que se contorneaban como coristas de cabaré cuando volvían de hacer guardias, aquel grupo, digo, nos poníamos a cantar y cantábamos la canción de moda en aquel entonces, que no era otra que “Grándola, vila morena”, la canción del 25 de abril. Y allí estábamos, en la plaza de la Cibeles, en pleno franquismo aún, cien soldados desfilando cantando la canción de Xosé Afonso, la que hizo famosa la revolución: “Grándola, vila morena, terra do fraternidade…”

Es una canción coral, hay que cantarla colectivamente. 




No ha perdido actualidad.

 

martes, 15 de abril de 2014

Paisanos de rojo pasado: Alfonso Rojo.

Me acuerdo de ellos. Hace muchos años, cuando yo aún era un estudiante, (por cierto como ahora, ¡qué poco he progresado!), allá por los años setenta eran una auténtica plaga. Te cogían en cualquier sitio y te machacaban con el libro rojo de Mao. La tecnología actual me permite citarlo en chino, ahí va:  红宝书, 紅寶書,(Es un gustazo). Aprovechaban cualquier ocasión que se presentase y te daban la brasa. Por ejemplo, coincidías en el autobús con un vecino que se había caído del caballo y había descubierto las maravillas del maoísmo y, como no te podías tirar por la ventana, te soltaba el rollo de las transformaciones que se estaban produciendo en el gran país comunista, hasta que en la primera parada te bajabas mientras le decías: “Adios, que he quedado aquí con mi novia”. Esas transformaciones consistían en cosas como que si un chino conservaba algún resto de pensamiento religioso lo cogían y lo metían en un manicomio para reeducarlo. O si cultivaba melones y, en lugar de llevarlos a la cooperativa, se comía uno, pues lo colgaban en la plaza del pueblo para instruir a la población que aún conservase restos burgueses. Era un sistema magnífico: mataban a la gente por escuchar ópera, por ejemplo. Pero ¿quiénes eran esos maoístas europeos? Pues unos eran estudiantes que hacía pocas semanas habían abandonado el seminario diocesano, otros acababan de ser abandonados por su novia, pero todos, en cualquier caso, habían recibido por entonces la iluminación salvífica del Libro Rojo de Mao. En aquellos tiempos, a mis amigos y a mí nos gustaba ir a la sierra a pasar los fines de semana subiendo y bajando montañas. Un maoísta de nuestro barrio, militante de la O.R.T., dispuesto a solucionar la ignorancia que de esa doctrina padecíamos, optó por venirse con nosotros a una de nuestras salidas montañeras. Subiendo un pico en El Guadarrama por poco le da un infarto: sufrió un desmayo que nos dejó helados pensando que se nos moría. Todo por la causa.

Uno de aquellos rojos era, como su propio nombre indica, Alfonso Rojo, actualmente convertido a la verdadera fe. Se ha vuelto a caer del caballo y ahora ha tenido una revelación en la doctrina de las FAES. Es un ultra liberal que no duerme acosando a los antisistema, a los malditos izquierdistas, a los pobres y demás gentuza que enturbia este brillante país que asombra al mundo entero con una recuperación económica que es la envidia de toda Europa.


jueves, 10 de abril de 2014

El Gran Hotel Budapest, de Wes Anderson.




Me alegro de que Wes Anderson se haya fijado en Stefan Zweig, un escritor olvidado en Europa y desconocido en EE.UU. Dice el director tejano que hay una cierta recuperación de Zweig y en alguna entrevista alude a una razón muy trivial: porque se ha agotado el plazo de devengo de derechos de autor y sus herederos ya no pueden cobrar por su obra. Me parece una razón demasiado prosaica, quiero pensar que algo habrá en nuestro tiempo para que la gente se empiece a interesar por este autor. "El Gran Hotel Budapest" es una película basada en los textos de Stefan ZweigPara empezar por el final, diremos que Stefan Zweig y su mujer se suicidaron en Brasil en el año 1.942 porque pensaron que el nazismo iba a triunfar en el mundo y que, en todo caso, el mundo que se estaba fraguando no era un sitio en el que valiera la pena vivir.
Hay que tener en cuenta que elmundo del que procedía Zweig era un lugar muy hermoso. La Viena en la que estudió filosofía e historia de la literatura era una de las capitales mundiales de la cultura, junto a París, Londres o Berlín. Por entonces pertenecía a un gran imperio: el Imperio Austrohúngaro. Un lugar donde reinaba el equilibrio, un país con capacidad para realizar cualquier sueño, pero además, en aquella Viena se estaban produciendo los movimientos que darían lugar a las vanguardias culturales y artísticas de Europa. Era la ciudad de pintores como Gustav Klimt, Oskar Kokoschka y Egon Schiele, donde nació el estilo secesión, que aquí llamamos modernismo, donde nació la arquitectura y el diseño modernos de la mano de Otto Wagner y sus seguidores: Adolf Loos, Josef Hoffmann y J. Olbrich, entre otros, una ciudad en la que tenía su consulta un psicólogo judío llamando Sigmund Freud, pero también trabajaban Adler y Bruno Bettelheim, donde un músico, (también judío), Arnold Schönberg, (o Schoemberg, como se haría llamar en EE.UU. después de exiliarse), acabaría con el sistema armónico occidental para crear una nueva escuela de Viena que cambiaría el curso de la música, y donde todavía dirigía las orquestas un director llamado Gustav Mahler y, otro, Max Steiner llegaría a ser el primer gran músico del cine. Hay veces en que se da la coincidencia de un lugar y un momento en el tiempo. Una de esas coincidencias es la Viena de principios del siglo XX. La mayoría de estos personajes eran de origen judío, como los directores de cine Fritz Lang, Billy Wilder, Otto Preminger, o los mayores filósofos del siglo XX, como Karl Popper, Arthur Koestler y Ludwig Wittgenstein. La psicoanalista Melanie Klein decía: “yo nací en Viena en marzo de 1882, esto fue lo mejor que me pasó, el haber nacido judía y en la Viena finisecular, fue algo fantástico. Viena era el mundo de la cultura en ese momento, además donde los judíos podían desarrollarse con pocas dificultades”. El filósofo Karl Popper, por su parte, afirmaba: “…antes de 1914 reinaba una atmósfera de liberalismo en la Europa situada al oeste de la Rusia zarista, atmósfera que se extendió también por Austria y que fue destruida, al parecer para siempre, por la primera guerra mundial. La Universidad de Viena, con sus numerosos profesores verdaderamente eminentes, gozó de un alto grado de libertad y autonomía, así como también los teatros, que fueron tan importantes en la vida de Viena (casi tanto como la música). El emperador se mantenía distanciado de todos los partidos políticos y no se identificó con ninguno de sus gobiernos”.
Es verdad que era una Viena burguesa, que no toda la población de aquel Imperio alcanzó un nivel de vida adecuado ni tuvo acceso a todas las oportunidades vitales que se estaban produciendo, pero, con sus defectos, era una sociedad que funcionaba y donde se podía vivir bien.
Todo se acabó con la I Guerra Mundial. En realidad se acabó cuando los países de Europa tomaron el camino de la guerra, de la destrucción, del odio y de la prepotencia chovinista. Al acabar esa guerra el Imperio Austrohúngaro fue disuelto y Austria se convirtió en un pequeño país sin salida al mar.
Pero eso no fue lo peor. Las razones que llevaron a la Gran Guerra fueron las que hicieron que la paz que siguió fuera la más mezquina de las posibles y que pronto las cosas se pusieran aún peor, terminando en el ascenso al poder de la gentuza nacional socialista.
De esa época, en la que la Europa de la libertad, de la belleza y el respeto estaba acabada y la llegada de la debacle era cuestión de tiempo, es de lo que trata esta hermosa película, que me parece que está muy bien hecha.


martes, 8 de abril de 2014

La memoria histórica en el NYT.

El pasado domingo, el New York Times ofreció un artículo de Jim Yardley sobre la permanencia del franquismo en la España actual y la lucha de la oposición al régimen para conseguir llevar a los antiguos torturadores a prisión. Dado el interés y la actualidad del artículo, mostramos aquí una traducción a vuela pluma de este.

By JIM YARDLEY.   APRIL 6, 2014
The New York Times. 


MADRID - José María Galante era un estudiante universitario de izquierdas cuando estaba esposado en el techo de una cámara de tortura en un sótano, con su cuerpo colgando al aire. El inspector de policía se reía y se burlaba de él al hacer poses de artes marciales antes de patear y golpearle en la cara y en el pecho repetidamente.
El hombre que según el Sr. Galante le torturaba era un matón infame de la dictadura franquista en la década de 1970, más conocido como Billy el Niño por su costumbre de hacer girar su pistola en el dedo índice. Así que el Sr. Galante se sorprendió el año pasado cuando encontró a ese hombre, que vive en un apartamento espacioso a menos de una milla de su propio barrio, en el centro de Madrid.
"¿Cómo me sentí cuando lo vi por primera vez? Te tenemos, hijo de puta", dijo el Sr. Galante, quien agregó:" Estoy de acuerdo con la idea de la reconciliación. Pero no se puede cerrar página. Hay que leer esa página antes de cerrarla. "
Esta semana, el Sr. Galante piensa volver a ver a Billy el Niño, cuyo verdadero nombre es Antonio González Pacheco. Esta vez, será en una audiencia en el Tribunal Supremo de España, donde el Sr. Galante y otras víctimas están, por primera vez, tratando de procesar al Sr. Pacheco en un caso que reabre el doloroso pasado franquista del país y amenaza el pacto político que ayudó a España en su transición de la dictadura a la democracia.
La transición democrática de España ha sido una causa de orgullo nacional, un período que vio a los rivales políticos llegar a compromisos para permitir que el nuevo país emergiera. La nostalgia del pueblo respecto a ese espíritu político ya perdido fue evidente el mes pasado en la muerte de Adolfo Suárez, el primer ministro que guio al país en esos primeros años.
Pero el gran acuerdo que permitió esta transición fue complicado. Después de la muerte de Franco en 1975, una ley de amnistía absolvió a todos (a los izquierdistas y a la derecha franquista) y animó a una especie de olvido colectivo en nombre de la reconciliación. La creencia era que España podría prosperar sólo mirando hacia el futuro, no al pasado.
Para las víctimas como el Sr. Galante, esto significó que la puerta de la justicia se cerrara de golpe. Durante más de 40 años, los tribunales españoles se han negado a analizar estos casos, citando la ley de amnistía. Así que el Sr. Galante y otros han llevado sus quejas a la Argentina, invocando el principio legal de la jurisdicción universal en las que determinados crímenes, por su magnitud, trascienden las fronteras. Un juez argentino busca ahora la extradición del Sr. Pacheco y otra persona acusada de tortura. La comparecencia del Sr. Pacheco el 10 de abril en Madrid es para decidir si se concede la petición.
Tribunales españoles suelen ser reacios a extraditar a ciudadanos españoles. Pero sea cual sea el resultado, el caso argentino está resucitando viejos demonios en España. Los críticos dicen que España debe hacer frente a su pasado e incluso hacer a un lado la ley de amnistía. Otros advierten que ello podría dar lugar a una serie de acciones judiciales, que alcanzarían incluso a la élite del país.
Hoy en día, la política española, los negocios y la justicia aún se mezclan con personas que tienen vínculos directos o indirectos con el régimen de Franco. La semana pasada, un abogado de las víctimas pidió al juez argentino que presentara cargos contra cinco ex ministros de la época de Franco.
"No creo que eso fuera bueno para el país", dijo Ramón Jáuregui, parlamentario del Partido Socialista en la oposición, que se opuso a Franco durante la década de 1970, pero que se resiste a romper el pacto de amnistía. "No sabemos dónde comienza y donde termina. Si tenemos a alguien que era un torturador en 1970, ¿por qué no vamos a perseguir después a algunos ministros de los gobiernos de Franco que todavía están vivos? ¿Por qué no a los jueces? ¿Dónde ponemos el límite? "
El Gobierno de España se enfrenta incluso a la creciente presión de las Naciones Unidas. Pablo de Greiff, un investigador especial de Naciones Unidas, dijo que España "se quedó atrás" respecto a otros países europeos al enfrentarse a su pasado reciente. Dijo que el gobierno de España había hecho muy poco para ayudar a las víctimas del franquismo, y recomendó la anulación de la ley de amnistía para que los juicios puedan seguir adelante, ya sea en Argentina o en España.
"Algunos problemas no desaparecen," El relator especial para la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición de la ONU, dijo en una entrevista. "Las personas no pueden ser ignoradas. La gente, como es lógico, no se olvida".
Franco fue contemporáneo de Hitler y Mussolini, aunque su dictadura duró hasta la década de 1970 y su legado es más complicado, y contestado. No muy lejos del apartamento del Sr. Pacheco,  la Fundación Nacional Francisco Franco sirve de guardián de la herencia franquista. La pequeña oficina es como una máquina del tiempo de la dictadura: Retratos de Franco cuelgan de las paredes, mientras que una pequeña pantalla anuncia recuerdos de Franco: como camisetas y otros.
"Desde los Reyes Católicos, Franco es quien ha estado en el poder por más tiempo, y con el apoyo más popular", dice Jaime Alonso, portavoz de la fundación y el segundo al mando. "Él tuvo un gran apoyo popular hasta su muerte, pese a lo que afirme la propaganda."
El Sr. Alonso, abogado, argumenta que Franco no era un dictador y se burla de pruebas como los trabajos forzosos y las atrocidades de la posguerra. "Lo sucede ahora está producido por la necesidad que la izquierda tiene de deslegitimar la historia",
La mayoría de los historiadores coinciden en que Franco dirigió un régimen que pisoteaba las libertades civiles y a menudo gobernaba mediante el uso del miedo y la impunidad.
Durante varios años, las asociaciones privadas dirigidas por los descendientes de las víctimas franquistas han presionado para la exhumación de fosas comunes de la Guerra Civil española y la dictadura. En los últimos años, se reveló que miles de niños fueron secuestrados a familias republicanas y colocados en instituciones o adoptados por familias leales a Franco.
La controversia también rodea el Valle de los Caídos, el colosal santuario situado en la cima de la montaña donde Franco está enterrado junto a otras 30.000 caídos. Franco llamó al santuario el símbolo de la reconciliación. Pero los investigadores dicen ahora que algunos de los enterrados son soldados republicanos que fueron puestos allí sin que sus familias fueran notificadas.
En 2008, el juez Baltasar Garzón, magistrado conocido por su afán de fomentar la controversia, abrió una investigación para aclarar los crímenes de lesa humanidad acaecidos durante la época franquista. A los dos años, la investigación del juez Garzón fue cerrada después de que un grupo de extrema derecha, representada por D. Alonso de la Fundación Franco, presentara  una demanda acusándolo de excederse en su autoridad judicial.
Finalmente, el Tribunal Supremo de España lo expulsó de la judicatura después de descubrir que había utilizado escuchas ilegales en un caso diferente, una decisión que sus partidarios dicen que fue por motivos políticos. "En mi caso, fue un claro ejemplo de lo que se llama matar al mensajero", dijo el juez Garzón en una entrevista. "Lo que no entiendo es que, sí, la transición fue muy bien, en aquel momento. Pero ellos no entienden que ahora, el gobierno no está permitiendo el acceso a la verdad, a la justicia".
Uno de los abogados del caso Pacheco, Carlos Slepoy, dijo que las autoridades españolas han tratado de desmontar el proceso abierto, incluso cuando en las embajadas argentinas en todo el mundo se estaba tomando ya declaración a muchas personas. Grupos de víctimas españolas han viajado a Argentina para ofrecer su testimonio.
"En un principio, fueron dos familias y algunas organizaciones de derechos humanos los que pusieron en movimiento el asunto," dijo el Sr. Slepoy. "Ahora, hay 350 demandas, innumerables declaraciones y un gran movimiento de apoyo popular".
Ángel Llorente, un alto funcionario del Ministerio de Justicia de España, dijo que el Gobierno estaba cooperando con el juez argentino, y que ha permitido que el proceso de extradición continuara. no pudimos contactar con el Sr. Pacheco y sus abogados para comentar esto, a pesar de los repetidos esfuerzos. No ha hecho declaraciones sobre las acusaciones de tortura en su contra.
El Sr. Galante, el hombre que acusa al Sr. Pacheco de torturas, ya ha declarado en Argentina sobre sus experiencias en la década de 1970, un período en que los abusos de la dictadura supuestamente habían terminado. Fue detenido varias veces por protestar y pertenecer a un sindicato estudiantil antifranquista ilegal. Estando en prsión, dijo el Sr. Galante, fue golpeado en los genitales y sometido a una forma de ahogamiento simulado.
"Billy el Niño tenía tal sensación de impunidad ", dijo, "que nunca pensó que fuera a ser atrapado. No le interesaba la obtención de información, él sólo quería golpear a la gente".
El año pasado, el Sr. Galante y otros comenzaron su búsqueda. Descubrieron que había fundado una empresa de seguridad privada. Más tarde, un contacto facilitó una copia de su número nacional de identidad, que les ayudó a descubrir que había competido en el maratón de Nueva York y en una media maratón de Madrid.
Por último, encontraron su dirección, no muy lejos del Estadio Bernabéu, el del equipo de fútbol Real Madrid. "Hicimos lo que solía hacer con nosotros: Un grupo de nosotros permanecería en el barrio, y si lo veíamos, lo seguiríamos", dijo. "La primera vez que lo vimos, estaba corriendo. Tuvimos que fingir que corríamos nosotros también. "


miércoles, 2 de abril de 2014

El pensamiento que nos destruye.



Hoy se pregunta Antonio MuñozMolina (y las muchas personas que le siguen y comentan su blog) cómo es posible que no hagamos nada toda vez que sabemos que la destrucción del planeta es inapelable y que no hay razones para negar el cambio climático y la destrucción o degradación de nuestros ecosistemas. En los comentarios que hacen los lectores al artículo se preguntan si siempre hemos seguido un camino equivocado o, en caso contrario, en qué momentos se torció ese camino. Es una pregunta que nos hacemos muchos y existen algunas respuestas, algunas parecen muy razonables.

La profesora de Historia de la Filosofía Antigua de la UNED, Teresa Oñate, establece el punto de inflexión en un momento determinado del pensar humano. Tras los primeros filósofos, los llamados presocráticos, (Vorsocratiker, según Diels), se va imponiendo una forma de comprender el mundo que trata de alejarse de las visiones míticas. El mito es una narración literaria que pretende explicar las cosas mediante procesos, normalmente procesos que tienen dos características: se refieren a actos humanos, cotidianos, que todos conocemos, pero que están realizados por seres con poderes o cualidades extraordinarios. Todas las narraciones míticas tienen esas características: explicar lo inexplicable a partir de cosas que todos entendemos, para lo cual no queda más remedio que hacer intervenir a personajes antropomorfos (con forma humana o parecida), pero con esos poderes. Dejar de pensar en forma mítica y empezar a hacerlo racionalmente no es algo que se produzca de golpe, no existe lo que se ha llamado el paso “del mito al logos”, lo que existe es una evolución que adopta diferentes modelos según las épocas y según las personas implicadas.

La profesora Oñate señala a los pitagóricos como los autores de la “desviación” desde la filosofía hacia formas de pensamiento mitológico, en su caso con base en los mitos órficos, que tienen una gran influencia en la Grecia clásica. Esta desviación hacia procesos mentales que se habían desechado por los filósofos les lleva a sostener el dualismo, (la existencia separada de cuerpo y alma), y a partir de aquí a plantear la salvación de las almas, para lo cual se precisarían dos cosas: obedecer a los iniciados que tienen los conocimientos necesarios para ello, (los propios pitagóricos en ese momento) y seguir una serie de normas supuestamente “higiénicas” del alma, entre las que se incluirían algunas como la de no comer carne, (podría ser la de un pariente cuya alma se ha reencarnado en un animal), pero además, no se sabe por qué extraña razón, los pitagóricos prohibían consumir habas, laurel o vino. Creían en la existencia de un único Dios de forma más o menos humana. Esta falta de racionalidad que se aprecia ya en los seguidores de Pitágoras es parcialmente asumida por Platón y éste, (junto con Sócrates), está en la base de una moral y una forma de entender el mundo que luego se ha transmitido a través del cristianismo, con algunas modificaciones, aunque muy próxima en lo sustancial.

Pero más allá de lo anecdótico, más allá de la equivocada interpretación de la realidad que se produce siguiendo estos vericuetos del pensamiento, existe una base en la que la profesora Oñate, encuentra la raíz del problema: la no asunción del límite. No se puede pensar el mundo si no se asumen los límites que incumben al ser humano (y al mundo) y el primero y principal de todos ellos es el de la muerte. Todas estas historias que nos contamos los humanos tienen por objeto ocultar la realidad primordial de nuestra existencia: que somos mortales. Para Oñate, si no aceptamos este hecho incuestionable no podemos hacer filosofía. Aristóteles no se dejó llevar nunca por estas ideas, pero la Historia escrita por los autores cristianos ha querido unirlo al carro de Platón para hacerle copartícipe de sus errores.   

En resumen, tenemos unos primeros filósofos (presocráticos) que separan el pensamiento racional (logos) de las narraciones intencionales (mitos). Tenemos una corriente de supuestos filósofos que se aparta posteriormente de este principio racionalizador: los pitagóricos, que influyen en Platón y posteriormente en el neoplatonismo. Tenemos un pensamiento cristiano que, con estas bases, se extiende por todo el mundo, pensamiento que coincide en lo esencial con el de los judíos y los musulmanes. Y tenemos un filósofo que se mantiene firme en el pensamiento racional de los presocráticos y critica los errores del pitagorismo, pitagorismo que ha caído en el pensamiento mítico y ha negado la existencia del límite, este filósofo es Aristóteles. De manera que para Oñate, cualquier pensamiento liberador que podamos plantear en el presente pasa por retomar la figura de Aristóteles y el pensamiento presocrático, pero de una manera hermenéutica: volviendo a leer a los griegos; al objeto de superar los errores que acarrean las historias mitológicas, es decir : los que discuten sin fin y sin dejarse legislar por las leyes-límites de la phýsis y el lógos que no saben encontrar (Aristóteles, Metafísica IV-2, 1004b 17-25).

A partir de aquí podemos preguntarnos si existe un pensamiento mítico en nuestros días. En primer lugar hay que contestar que una gran parte de la gente sigue doctrinas cristianas (o hebraicas o musulmanas), que implican la no aceptación de la muerte y la creencia en que el alma, separada del cuerpo mortal, podrá alcanzar la inmortalidad si se siguen los preceptos, es decir si se le obedece a los sacerdotes de cualquiera de estas tres religiones que hablan de un Dios con forma humana, (antropomórfico). Si la felicidad eterna depende de estos asuntos, será bueno que estemos a bien con la Iglesia Católica, (o con los ulemas o los rabinos), de nuestra diócesis. Se podrá pensar que en nuestro mundo materialista la religión tiene poco que decir. Esto es opinable y varía de unos países a otros. Sin embargo, existe un pensamiento mítico más allá de las religiones de libro: Biblia, Talmud y Corán.

El pensamiento moderno, cuyos fundamentos son cristianos protestantes, relega la religión a un asunto particular de cada uno, dejando libertad de creencias, de manera que pudiera pensarse que se trata de una cultura enteramente racional. Pero esto no es así. El pensamiento moderno ha sustituido determinados elementos religiosos por otros que, más allá de su racionalidad, siguen teniendo un claro bagaje mítico. La salvación moderna no se fundamenta en la asunción de un Dios omnipotente, la salvación moderna se basa en la asunción de la omnipotencia del dinero, figura que ha sustituido a la de la divinidad. El pensamiento moderno tampoco acepta los límites. Para el pensamiento moderno la inclinación por el dinero es ilimitada. A la salvación se llega por la acumulación capitalista. Cuanto más dinero tengas más seguro te sentirás, nada tiene límites para la mentalidad moderna. Si el hombre ha vencido a la naturaleza y la ha doblegado como una fiera domada, su propia salvación depende del inmenso poder que ha alcanzado su sociedad, poder que se reparte en función del dinero que da acceso a éste, de manera que la acumulación ilimitada de dinero es la forma que tiene el hombre moderno de liberarse. Los límites no están de moda. Están de moda los lobos de Wall Street, están de moda los negocios explosivos, está de moda la cocaína y la acumulación de poder, de dinero, en definitiva. Al pensamiento moderno no le gustan los límites. Los límites trabajan en contra del sentido de libertad del hombre moderno.

Pero para muchos otros la libertad es otra cosa. La libertad no es la ausencia de límites, cosa que es imposible, la libertad consiste en que nadie te imponga su voluntad, que nadie te imponga normas que tú no hayas aceptado. Las normas, en un estado democrático, garantizan la convivencia. Por ejemplo los semáforos nos permiten circular con cierta fluidez sin que haya accidentes. No es algo que nos hayan impuesto para subyugarnos, aunque algunos se creen que hasta las normas de tráfico van contra la libertad de la persona porque le impone límites: "A mí no me gusta que me digan no puede ir usted a más de tanta velocidad, no puede usted comer hamburguesas de tanto, debe usted evitar esto y además a usted le prohíbo beber vino". “Yo siempre pienso, ¿y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mí?” “"Las copas de vino que yo tengo o no tengo que beber déjame que las beba tranquilamente; no pongo en riesgo a nadie ni hago daño a los demás". (José María Aznar, expresidente del Gobierno de España). Esta forma de pensar se basa en la no asunción del límite, dónde hacen residir su sentido de la libertad, una forma arcaizante, conservadora y reaccionaria de la libertad.

En resumen, existe un momento en el que el pensamiento dominante de occidente toma una deriva que lo aleja de la racionalidad, de la honesta forma de pensar de que hacían gala los filósofos, adoptando una racionalidad “torcida” que es la de los dialécticos, la de los charlatanes que no aceptan los principios en que se basa la recta filosofía: el pensamiento racional libre de prejuicios y de mitos, basado en la asunción del límite del “logos”.

Esta irracionalidad es la que está acabando con la vida de la gente que carece de poder y, ahora,  ha empezado a acabar con la vida de este planeta.   

martes, 1 de abril de 2014

Árboles urbanos


La primera vez que visité un país del “socialismo real”, aquellos que estaban más allá del “telón de acero” que se decía entonces, comprendí por qué habían fracasado como proyecto político. Tengo que decir que nunca confié en el triunfo de ese socialismo que yo llamaría simplemente estalinista, pero la experiencia de caminar por sus calles me hizo ver de golpe todo el fiasco de su ideología: era una ideología limitada. Se había limitado a actuar en una sola dirección, en lo económico, (y además lo habían hecho mal porque sólo habían sustituido la clase burguesa por una clase burocrática de miembros del partido único), y habían olvidado el resto. No se habían acordado de que la gente, además de pan y viviendas, necesita árboles en las calles.

 Franco que también estableció una dictadura, pero en su caso una dictadura mediterránea, siempre se preocupó de que hubiera árboles en las calles. Cuando yo era niño, vino el dictador a inaugurar mi barrio, (casi diez años después de haber sido construido). Para preparar la visita de este sobresaliente facineroso que había conculcado la legalidad democrática con una dictadura cruel y ridícula sus serviciales adláteres llenaron el barrio de árboles que plantaron centenares de obreros que trajeron para la ocasión. Tal vez esos obreros eran todavía prisioneros de guerra que el caudillo de la España una, grande y libre, empleaba en estos menesteres, o tal vez eran simples empleados de Banús, aquel industrial de la construcción que compartía beneficios con la familia y que a la sazón estaba empezando a trasladar sus negocios a la Costa del Sol, inaugurando un negocio tan español como el de la especulación inmobiliaria, aunque en aquella época no había corrupción política: se hacía lo que ellos querían y punto.

Claro que, cuando se acabaron los fastos de la celebración, volvieron los mismos trabajadores y se llevaron todos los árboles que habían plantado. Tal vez algún jerarca del Régimen los disfrutó en su finca de Alpedrete durante todos estos años.